The Gospel for this feast reminds me of what my aunt used to tell us when we would visit her and share a meal. Her favorite saying was, “If you don’t get enough to eat, it’s your own fault.” Perhaps Jesus would say the same as he feeds us with his Body and Blood.
Some say that the multiplication of loaves was not done by breaking the laws of physics. Instead, they say that Jesus, when he began to share the little bread that he had, touched the hearts of all those who had brought food with them. They followed his example by sharing their food also—so much that there were twelve baskets left over.
Jesus came to change people’s hearts, to show them God’s love and how to love one another. The miracle of changing bread and wine into his Body and Blood is not just so we can feel good about having Jesus so near to us. It is meant to strengthen us to do our best as his disciples. As food and drink help us to keep on working, his Body and Blood help us to keep on loving.
When the disciples told Jesus about the hungry crowd, he told them, “Give them some food yourselves” (Luke 9:13). And one day they would. When they celebrated the Eucharist after Jesus’ resurrection, they gave that spiritual food to the new followers of Christ. We continue that today. With Jesus’ strength we can teach all people about the Father’s love for them and how they can love each other.
Tom Schmidt
Denles ustedes de comer
El Evangelio de esta fiesta me recuerda lo que mi tía nos decía cuando la visitábamos y compartíamos una comida. Su dicho favorito era: “Si no comes lo suficiente, es tu propia culpa”. Tal vez Jesús diría lo mismo mientras nos alimenta con su Cuerpo y Sangre.
Jesús vino a cambiar los corazones de las personas, a mostrarles el amor de Dios y cómo amarnos unos a otros. El milagro de la multiplicación de los panes nos muestra que Jesús puede alimentar a millones con su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía. El milagro de convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre no es solo para que podamos sentirnos bien por tener a Jesús tan cerca de nosotros. Tiene el propósito de fortalecernos para hacer lo mejor que podamos como sus discípulos. Así como la comida y la bebida nos ayudan a seguir trabajando, su Cuerpo y Sangre nos ayudan a seguir amando.
Cuando los discípulos le contaron a Jesús sobre la multitud hambrienta, él les dijo: “Denles ustedes de comer” (Lucas 9,13). Y un día lo harían. Cuando celebraron la Eucaristía después de la resurrección de Jesús, dieron ese alimento espiritual a los nuevos seguidores de Cristo. Nosotros continuamos haciéndolo hoy. Con la fuerza de Jesús podemos enseñar a todas las personas sobre el amor que el Padre les tiene y cómo pueden amarse los unos a los otros.
Tom Schmidt
