I was praying with our first reading from the Book of Daniel, and, “others shall be an everlasting horror and disgrace” caught my attention, while a hellish landscape filled with tormented individuals filled my imagination. I certainly do not want any part of that for any length of time, and certainly not forever. Yet it is a possibility for all of us.
The Church wants us to consider our ultimate destination as we conclude the liturgical year, in particular, the possibility of us choosing to go to hell.
The Catechism of the Catholic Church paragraphs 1033-1037 provide us with the church’s teaching on hell. I highly recommend you take some time to read it and to know your place in the dynamics of grace.“ To die in mortal sin without repenting and accepting God’s merciful love means remaining separated from him forever by our own free choice. This state of definitive self-exclusion from communion with God and the blessed is called “hell.” In other words, we freely choose our fate.
How have we used our free will this year? Have we chosen sin and separation or communion and blessing? Will we continue to make that same choice in the year to come?
Horror y Desgracia
Estaba orando con nuestra primera lectura del Libro de Daniel, y “otros serán horror y vergüenza eterna” llamó mi atención, mientras un paisaje infernal lleno de individuos atormentados llenaba mi imaginación. Ciertamente no quiero ser parte de eso por mucho tiempo, y ciertamente no para siempre. Sin embargo, es una posibilidad para todos nosotros.
La Iglesia quiere que consideremos nuestro destino final al concluir el año litúrgico, en particular, la posibilidad de que elijamos ir al infierno.
Los párrafos 1033-1037 del Catecismo de la Iglesia Católica nos proporcionan la enseñanza de la iglesia sobre el infierno. Te recomiendo mucho que te tomes un tiempo para leerlo y conocer tu lugar en la dinámica de la gracia. “Morir en pecado mortal sin arrepentirnos y aceptar el amor misericordioso de Dios significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y los bienaventurados se llama “infierno”. En otras palabras, elegimos libremente nuestro destino.
¿Cómo hemos usado nuestro libre albedrío este año? ¿Hemos elegido pecado y separación o comunión y bendición? ¿Seguiremos tomando la misma decisión en el próximo año?