Tom Schmidt
While Advent is a beautiful time to prepare for the coming of the Lord, we often get so caught up in all the things we do to prepare for Christmas that we forget Advent all together. The readings remind us that in spite of the stress we may feel thinking about how close Christmas is, we are called to rejoice for the Lord is near.
The stress we feel may be from fear: Fear that I won’t get the shopping done by Christmas, fear that people won’t like the gifts I bought, or fear that I forgot someone that should be on my list. But did you ever notice how much easier it is when you have someone to shop with you, or write the Christmas cards, or decorate the tree? “Shout for joy…fear not!” says the prophet Zephaniah in the first reading. (Zeph 3:14) He tells us the Lord is not coming to punish us for waiting till the last minute to put up the tree. The prophet says the Lord is in our midst, we are not alone. “He has turned away your enemies” (Zeph 3:15), enemies like fear, doubts, and loneliness.
And as if that wasn’t good enough, he says that the Lord rejoices over us! How many times have you wondered if you could ask the Lord for help? Zephaniah reminds us that the Lord is happy to help. And St. Paul says the same thing in the second reading: “Have no anxiety at all…make your requests known to God.” (Phil 4:6) That is where Advent comes in. We can look forward to the Lord’s presence in our lives. We can be confident of his love for us. That is why faith and hope are central to the theme of Advent. Our faith in God’s love for us gives us hope that he will support us in our weakness and fill us with the joy he has over us.
¿No estás listo? ¡No hay problema!
Tom Schmidt
A menudo nos envolvemos tanto en todas las preparaciones para la Navidad que nos olvidamos por completo del Adviento. Las lecturas nos recuerdan que, a pesar del estrés que podamos sentir al pensar en lo cerca que está la Navidad, estamos llamados a regocijarnos porque el Señor está cerca.
El estrés que sentimos puede deberse al miedo. Pero, ¿alguna vez has notado que es mucho más fácil cuando tienes a alguien que te acompaña en las compras, o te ayude a escribir las tarjetas navideñas o a decorar el árbol? “[D]a gritos de júbilo… No temas”, dice el profeta Sofonías en la primera lectura (Sofonías 3,14). No dice que el Señor viene a castigarnos por esperar hasta el último minuto para poner el árbol. El profeta dice que el Señor está en medio de nosotros, no estamos solos. “[H]a expulsado a todos tus enemigos” (Sofonías 3,15).Y como si eso no fuera suficiente, dice que el Señor se goza y se complace en nosotros. ¿Cuántas veces te has preguntado si podrías pedirle ayuda al Señor? Sofonías nos recuerda que le da gusto al Señor ayudarnos. Y san Pablo dice lo mismo en la segunda lectura: “No se inquieten por nada; más bien presenten… sus peticiones a Dios” (Flp 4,6). Ahí es donde entra en juego el Adviento. Podemos anticipar la presencia del Señor en nuestras vidas. Por eso la fe y la esperanza son centrales al tema del Adviento. La fe en el amor que Dios tiene por nosotros nos da la esperanza de que nos apoya en la debilidad y nos llena con la misma alegría que Él tiene por nosotros.